Ahora hace casi un siglo, en Finlandia, un pescador se dio cuenta que los peces que perseguían y se tragaban otros peces atacaban siempre primero los que nadaban de forma titubeante. Lauri Rapala, el pescador, pensó que si conseguía fabricar un reclamo con forma de pescado que pareciera que nadaba un poco torcido tendría un cebo mejor que ninguno de sus viejos anzuelos. El cebo funcionó, tanto que lo hizo famoso y hoy da nombre a uno de los mejores reclamos para pescar en aguas tranquilas. La primera vez que tuve una rapala en las manos me pareció en broma. Pero todo cambio habiéndola lanzado al río: la ingrávida rapala imita un pez mejor que el pez mismo, viene hacia ti a la velocidad que la mano quiera otorgarle y lo hace como una sombra cimbreando, más real que la sombra escondida de la trucha.
Una rapala no es más que un excelente, precioso cebo: un arte de pesca.