En realidad, el libro surgió de un encargo a Martín Giráldez: la traducción castellana de un original catalán de Adrià Pujol, El fill del corrector. Una pequeña maravilla que versa sobre el padre de Adrià –corrector intermitente de Josep Pla–, sobre el propio Pla, el proceso creativo, el panorama literario, etc. Ante el encargo, Martín Giráldez, embebido de la más lacerante tradición del traduttore, traditore, versionó más que tradujo a su antojo el texto deformándolo a cada página, malcriando este hijo del corrector hasta arremeter contra todo.
Llegados a un punto de no retorno editorial, era evidente que el libro se debía publicar sí o sí en formato bilingüe dejando a pie de página las disputas entre autor y traductor (e incluso algunos de nuestros fracasados intentos de apaciguar los ánimos).
El fill del corrector / Arre, arre, corrector podría inaugurar -efecto papallona- nuevos géneros literarios: el de la lectura de irritación, el de la permeabilidad irruente…