Una historia increíble que muestra como el dolor puede transformarse en energía y motor para conseguir nuevos retos.
Después de un mes en coma en un hospital en Francia y un año en el Instituto de Neurorehabilitación Guttmann, Jeremies Mateo tuvo que aprender a convivir con las secuelas físicas y mentales del accidente. Aunque no recuerda nada, vive con el temor de que un error suyo hubiera causado la muerte de su amigo. Empezó a ir a la piscina como parte de su rehabilitación y allí conoció a Maria, una entrenadora de nadadores con diversidad funcional que le cambiaría la vida.
Primero en la piscina y después en el mar, Jere ha descubierto que ser capaz de nadar 50 kilómetros luchando contra las olas, las medusas y el frío no siempre es tener éxito; y abandonar después de media piscina no siempre es fracasar. Ésta es la historia de cómo aprendió a superar las adversidades y, cuando todo parecía imposible, seguir mirando adelante y avanzando hasta el punto de enfrentarse a retos titánicos que sólo un puñado nadadores en el mundo, con o sin discapacidad, pueden afrontar .
El 14 de abril de 2015 Jeremias Mateo y su amigo Salvi Martín sufrieron un accidente terrible escalando el Triángulo de Tacul, una cima de 4.248 metros en los Alpes. Salvi murió en el acto y Jere, pese a las graves lesiones, sobrevivió.