Este A Laura, tal vez representa la constatación de que el amor aún hace que el sol y las demás estrellas se muevan, que no está todo escrito y que la poesía puede transformar el mundo y remover el alma humana. Mandelshtam decía que: "el poeta es el maestro del eco" y estos versos impulsivos, tránsitos, arrebatados, que impactan como latidos de un corazón desenfrenado, resonarán muchos años hechos eco en la memoria vivencial de sus lectores. Jordi Cervera escribe todo lo que siente y siente todo lo que escribe, pero más que de la experiencia, la suya es una poesía que nace de la supervivencia. Para él escribir es respirar, el verso da sentido y el poema se va haciendo, encarnado en palabras, un mundo de amor ardiente, sensible, de verdad. Cada musa tiene un nombre y la de Jordi Cervera se llama Laura, tal vez.